En cierta ocasión iba un ejecutivo paseando por una bonita playa vestido
con sus bermudas (de marca), sus gafas de sol (también con marca muy
visible), su polo (con mucha marca), su gorra (con marca destacada), su
reloj (de marca y carísimo), su calzado deportivo (donde todo era
marca), su móvil colgado de la cintura (el móvil con marca y la bolsa en
la que colgaba, también) y su gomina en el pelo ( sin marca, pero tan
abundante que uno podía adivinarla).
Eran las dos del
mediodía cuando se encontró con un pescador que felizmente recogía sus
redes llenas de pescado y amarraba su pequeña barca. El ejecutivo se le
acercó…
- ¡Ejem! Perdone, pero le he visto llegar con el
barco y descargar el pescado… ¿No es muy temprano para volver de faenar?
El pescador le miró de reojo y, sonriendo mientras recogía sus redes, le dijo:
- ¿Temprano? ¿Por qué lo dices? De hecho yo ya he terminado mi jornada de trabajo y he pescado lo que necesito.
- ¿Ya ha terminado hoy de trabajar? ¿A las dos de la tarde? ¿Cómo es eso posible? – dijo incrédulo, el ejecutivo.
El pescador, sorprendido por la pregunta, le respondió:
-Mire, yo me levanto por la mañana a eso de las nueve,
desayuno con mi mujer y mis hijos, luego les acompaño al colegio, y a
eso de las diez me subo a mi barca, salgo a pescar, faeno durante cuatro
horas y a las dos estoy de vuelta. Con lo que obtengo en esas cuatro
horas tengo suficiente para que vivamos mi familia y yo, sin holguras,
pero felizmente. Luego voy a casa, como tranquilamente, hago la siesta,
voy a recoger a los niños al colegio con mi mujer, paseamos y
conversamos con los amigos, volvemos a casa, cenamos y nos metemos en la
cama, felices.
El ejecutivo intervino llevado por una irrefrenable necesidad de hacer de consultor del pescador:
- Verá, si me lo permite, le diré que está usted cometiendo
una grave error en la gestión de su negocio y que el “coste de
oportunidad” que está pagando es, sin duda, excesivamente alto; está
usted renunciando a un pay-back impresionante. ¡Su BAIT podría ser mucho
mayor! Y su “umbral de máxima competencia” seguro que está muy lejos de
ser alcanzado.
El pescador se lo miraba con cara de
circunstancias, mostrando una sonrisa socarrona y sin entender
exactamente adónde quería llegar aquel hombre de treinta y pico años ni
por qué de repente utilizaba palabras que no había oído en su vida. Y
el ejecutivo siguió:
- Podría sacar muchísimo más
rendimiento de su barco si trabajara más horas, por ejemplo, de ocho de
la mañana a diez de la noche.
El pescador entonces se encogió de hombros y le dijo:
- Y eso, ¿para qué?
- ¡¿Cómo que para qué?! ¡Obtendría por lo menos el triple de
pescado! ¡¿O es que no ha oído hablar de las economías de escala, del
rendimiento marginal creciente, de las curvas de productividad
ascendentes?! En fin, quiero decir que con los ingresos obtenidos por
tal cantidad de pescado, pronto, en menos de un año, podría comprar otro
barco mucho más grande y contratar un patrón…
El pescador volvió a intervenir:
- ¿Otro barco? ¿Y para qué quiero otro barco y además un patrón?
- ¿Que para qué lo quiere? ¡¿No lo ve?! ¿No se da cuenta de
que con la suma de los dos barcos y doce horas de pesca por barco podría
comprar otros dos barcos más en un plazo de tiempo relativamente corto?
¡Quizá dentro de dos años ya tendría cuatro barcos, mucho más pescado
cada día y mucho más dinero obtenido en las ventas de su pesca diaria!
Y el pescador volvió a preguntar:
- Pero todo eso, ¿para qué?
- ¡Hombre! ¡¿Pero está ciego o qué?! Porque entonces, en el
plazo de unos veinte años y reinvirtiendo todo lo obtenido, tendría una
flota de unos ochenta barcos, repito, ¡ochenta barcos! ¡Qué además
serían diez veces más grandes que la barcucha que tiene actualmente!
Y de nuevo, riendo a carcajadas, el pescador volvió:
- ¿Y para qué quiero yo todo eso?
Y el ejecutivo, desconcertado por la pregunta y gesticulando exageradamente, le dijo:
- ¡Cómo se nota que usted no tiene visión empresarial ni
estratégica ni nada de nada! ¿No se da cuenta de que con todos esos
barcos tendría suficiente patrimonio y tranquilidad económica como para
levantarse tranquilamente por la mañana a eso de las nueve, desayunar
con su mujer e hijos, llevarlos al colegio, salir a pescar por placer a
eso de las diez y sólo durante cuatro horas, volver a comer a casa,
hacer la siesta,…?
El pescador respondió:
- ¿Y eso no es todo lo que tengo ahora?
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