Hay un principio muy importante que a menudo se olvida cuando se habla de cambio, de fijación de metas o de éxito en general. No es nada espectacular, se trata más bien de un matiz. Me refiero a la aceptación. Es una gran paradoja, pero es muy difícil cambiar aquello que primero no hemos aceptado. La aceptación nos permite vivir en paz y cambiar lo que puede ser cambiado sin traumas, con eficacia. Se destaca a menudo la importancia de tener una misión, de enfrentarnos a nuestros miedos, de tener confianza en nosotras, etc, pero también es importante saber aceptar la realidad tal y como es. No se trata de volvernos pasivas, de dejar de querer que las cosas cambien! No, me refiero a un estado interior. Cuando no aceptamos algo somos como esa gacela asustada a la que persigue la leona: recorre una gran distancia ... pero no va a ninguna parte. Esa huida nos da la impresión de progresar cuando lo único que hacemos es desplazarnos con el mismo problema que nos persigue (dichosa leona...). Estamos reaccionando en lugar de actuando. Cuanto más en paz nos encontremos respecto de una situación difícil, menos poder tendrá esta sobre nosotros y menos impacto sobre nuestro futuro. Criticar y rechazar nuestros problemas es comprensible, pero no nos ayuda a liberarnos de ellos; al contrario, el esfuerzo se vuelve todavía más arduo. Las emociones intensas y negativas que nos causan las situaciones difíciles nos atan a ellas. Aceptar es sinónimo de soltar lastre, nos libera. Si dejamos de resistirnos dispondremos de más energía para progresar de verdad. |
Imprimir artículo
0 comentarios: (+add yours?)
Publicar un comentario