Señoras y señores, niños y niñas bienvenidos a una gran velada de boxeo. Hoy tenemos ante nosotros a dos duros y conocidos rivales por todos nosotros. En el rincón derecho, tenemos a la necesidad.
En el rincón izquierdo tenemos, al deseo. Como arbitro de todo este combate tenemos a el pensamiento.
Con este símil pugilístico nos pasamos toda la vida enfrentando a nuestras necesidades contra nuestros deseos, teniendo como testigo de esta lucha, a nuestros pensamientos.
La mayor parte de nuestra vida creemos que necesitamos todo lo que compramos. En lo material y exigimos al mundo que nos de amistad, pareja, sexo, etc.
Pues esa manía nuestra de pensar que cubriendo esas necesidades seremos felices, es uno de los desencadenantes mas potentes de muchas enfermedades mentales. Si, las necesidades nos hacen enfermar. Y es que en esta vida lo único que necesitamos es agua, comida y un techo donde refugiarnos. Nada más. Cuando explico esto a mucha gente me mira con mala cara y muchas veces me dice: - Estas loco, eso es algo básico. Las personas necesitan muchas más cosas porque en esta vida necesitamos tener aspiraciones y conformarnos con eso...
Claro pienso, la sociedad fomenta en nosotros esas ridículas necesidades haciéndonos creer que si no las tenemos, seremos muy desgraciados. Y no es así.
Cargar nuestra vida de necesidades es poner una soga alrededor de nuestro cuello. Es perder la libertad.
Es no apreciar la vida y disfrutarla. Es renunciar a la felicidad, si no conseguimos todo lo que necesitamos.
Os pondré un ejemplo. En la sociedad actual todos gozamos de innumerables comodidades. Tenemos más de lo que nunca hubiéramos soñado. Los supermercados tiran cada día kilos de comida a la basura porque no tiene la forma o la presencia más apetecible. Disponemos de agua en cualquier momento, móvil, ordenador, tv, etc.
¡Eso si que es comodidad!. Pero ¿somos más felices por tener todo esto?. No. Las enfermedades psicológicas como la depresión han crecido y siguen haciéndolo cada año. Los suicidios también y la felicidad baja peligrosamente año tras año. Entonces, ¿necesitamos todo lo que ansiamos?. No.
Y la razón es que la verdadera felicidad viene de saber frenar esa necesidad material y pasar a desear.
Un antiguo cuento budista cuenta como un hombre recibió un premio de una sustanciosa suma de dinero, un coche y una esplendida casa. Se lo entregó un hombre que llamó a su puerta un día por la mañana. Pero al día siguiente el mismo hombre llamó a su casa nuevamente para confirmarle que el premio que le habían entregado, no era suyo. Se habían confundido. Pertenecía al vecino de enfrente.
El hombre que entregó el premio se disculpó y le dijo: -Se abra llevado un gran palo por esta confusión.
Entonces el otro hombre lo miró y dijo: - No porque antes de que usted viniera yo era feliz y lo seguiré siendo tanto si tengo ese premio como si no. No lo necesito.
Esa es la reacción de una mente sana. Esta bien desear las cosas. Trabajar para conseguirlas. Pero si no llegan no pasa nada no necesitamos más para ser felices. Si obtenemos más de la vida bienvenido sea pero que sea un complemento más a nuestra felicidad pero no nuestro único fin.
En el lado sentimental nos pasa lo mismo. Necesito amigos, necesito pareja, necesito más sexo, necesito una vida emocionante...
Exijo, necesito...
No es esa la solución. Primeramente debemos de tener un respeto incondicional por cada ser de esta tierra y en segundo lugar no debemos exijir nunca a nadie nada, pues está en el derecho de darnos o no darnos lo que le pedimos.
Si conseguimos padecer menos necestitis nuestro peso será más ligero. Todo lo que obtendremos en el plano material y sentimental será un complemento en nuestra vida, la enriquecerá pero no crearemos ninguna dependencia a favor de nuestras necesidades. Y creeme nuestra salud mental nos lo agradecerá.
Ya ha acabado el combate y el ganador por decisión unánime del arbitro pensamiento es: DESEO.
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