Que el miedo no te condicione

16lunes,de

El ser humano, el animal más complejo que existe en la tierra. Capaz de lograr los avances más increíbles y de cometer las mayores atrocidades de la humanidad. Somos un animal seguro en algunas ocasiones y en otras somos capaces de enfermar por culpa de nuestras emociones y nuestros miedos.
El miedo puede ser nuestro gran aliado o nuestro peor enemigo. En muchas ocasiones nuestros miedos mas primarios han sido capaces de salvarnos la vida. Esos miedos son los que llamaría miedos buenos.
La adrenalina que sentimos cuando realizamos un trabajo nuevo o una actividad que nunca pensamos que fuéramos capaces de realizar. Miedo bueno, pues no nos bloquea ni hace que suframos sino que nos salva o incluso nos hace disfrutar.
Seguro que muchos habéis experimentado ese miedo bueno antes de subiros a una montaña rusa en un parque de atracciones. Estamos en la cola de los tickets y oímos los gritos de las demás personas que ya están arriba disfrutando de la atracción. Nosotros sentimos miedo pero un miedo emocionante. Un cosquilleo en el estómago, un subidón de adrenalina. Y cuando subimos y experimentamos ese miedo disfrutamos, hemos logrado subir, impulsados por la montaña rusa gritamos, nos agarramos fuerte, sentimos el aire que golpea en nuestra cara...
Acaba el viaje se abre la barra de seguridad y salimos contentos y felices, hemos logrado convivir con nuestro miedo y nos ha potenciado nuestra autoestima. La adrenalina liberada nos ha relajado y estamos confiados a seguir disfrutando de mas atracciones.
¿Por que no actuamos de la misma manera en otros aspectos de nuestras vidas?. La respuesta la tienen nuestros miedos malos. Miedos que hemos aprendido a través de un hecho traumático que nos a ocurrido o a través de nuestra educación. Se diferencian de los buenos porque estos vienen de serie en nuestro cerebro, no los aprendemos sino que se activan a través de un activador o un peligro. Nos protegen y incluso nos refuerzan. En cambio los otros son aprendidos y nos hacen sufrir no nos dejan avanzar y hacen que en algunos momentos nuestra vida sea un infierno.
Y, ¿como liberarse de ellos?. La respuesta aquí no es tan sencilla ya que existen personas que se aferran a ellos por miedo al cambio. Llevan tanto tiempo con ellos que se sentirían desamparados si los perdieran. Pero es una gran contradicción. Si algo nos hace daño y no nos deja progresar, nos hace sufrir y no avanzar no es lógico seguir.
Nuestro fin en la vida es vivir y vivir de la mejor forma posible. Por ello aferrarse a esos miedos no es vivir sino perder vida cada día poco a poco.
Piensa en esta reflexión unos minutos: En algunos momentos de nuestra vida sufrimos a veces por causas justificadas, otras no tanto y otras porque nuestra cabeza puede ser nuestra aliada o nuestro peor enemigo. Para sufrir necesitamos invertir mucho tiempo y energía ya que somos nosotros quien generamos esos miedos y esos sufrimientos. Es un desgaste diario y hay que ser muy constante.
Todos los días mandar pensamientos a nuestro cerebro negativos, victimizar, quejarnos, etc.
Si invirtiésemos toda esa energía en nosotros mismos, en nuestra felicidad, en lo que queremos cambiar de nuestra vida, ¿no sería como esa montaña rusa que al principio nos daba miedo pero que afrontamos, superamos e incluso disfrutamos?.
Somos dueños de nuestros miedos, nuestros cambios y nuestros sueños. Nada ni nadie puede condicionar o coartar nuestra libertad. Entonces, coge el miedo bueno que es un gran regalo y desecha de tu vida esos miedos irracionales y crece, crece y vive. Pues la vida es lo que pasa mientras vives no mientras temes.






Imprimir artículo

0 comentarios: (+add yours?)

Publicar un comentario

Seguidores