Nuestra cabeza siempre esa llena de ideas, de sueños y pensamientos. Se repiten una y otra vez el condicional si hubiera hecho, si hubiera arriesgado más, podría haber hecho...
Pasado, acciones que han pasado, que ya no pasarán, que siguen presentes en nuestros pensamientos y en nuestros actos diarios. Y que aparecen cada noche antes de dormir en nuestra más intima compañera, en nuestra confidente, la que más nos conoce y sabe como estamos y cuales son nuestras preocupaciones, nuestra querida almohada.
Estos pensamientos hacen que nuestra vida se estanque y vivamos sumidos en el pasado cuando lo más importante es el aquí y el ahora.
Reflexionemos un momento en todo el tiempo que consumimos e invertimos en nuestras vidas en proyectos o ideas que no se realizan o en arrepentimientos pasados por no haber hecho o por no haber intentado. Es todo ese discurso emocional el que hace que esa idea o esa intuición no se realize, no se proyecte y quede encerrada dentro de nosotros guardada en el baúl de nuestra mente, cerrada a cal y canto. En ese baúl entran también nuestros miedos y la vergüenza.
Nos decimos a nosotros mismos que esa idea que ronda nuestra cabeza es una perdida de tiempo y que no tiene sentido. Si lo intentamos seremos el hazmerreir de la gente y pensarán que estamos locos.
El pasado es eso, pasado, son recuerdos y experiencias que nos deben hacer crecer pero nunca ser un condicionante para realizar nuestros sueños y vivir el aquí y el ahora. No existe más que el aquí y el ahora. El futuro es una invención del ser humano para tranquilizar nuestra mente o posponer nuestras acciones. No hay mayor verdad que el presente y ese presente es el que debemos vivir.
Dentro de ese presente podemos trazar esas ideas porque ya hemos olvidado el pasado, ya no nos condiciona y el futuro es imposible saberlo ni predecirlo. Si no, todos seríamos unos maravillosos adivinos y videntes. Coge todas tus experiencias pasadas, todas esas ideas y proyectos y hazlas.
Sí, así de sencillo, realizalas. No pongas excusas ni seas victimista, no permitas que tu mente o tu pasado o tus miedos te impidan ser feliz. Hazlas, disfrutalas tanto como cuando las pensabas, imaginabas y soñabas, disfrutalas porque sólo tenemos una vida y porque todos tenemos una obligación que es vivirla y de la mejor forma que podamos.
Os pondré un ejemplo. Un amigo que estudia saxofón en una escuela de música de mi ciudad me contó que el alumno de mayor edad es un anciano de 79 años. Un día entró en la clase de mi amigo con un saxofón que le habían regalado sus hijos. Mi amigo me contó que la cara y sus ojos eran los de un niño que nunca había perdido la ilusión y que sus ganas de vivir y sus energía eran mayores que las de mi amigo y los otros alumnos que eran muchísimo más jóvenes que él. Su sueño era aprender a tocar el saxofón pero las circunstancias de la vida y el trabajo se lo habían impedido.
Soñaba con poder tocar unas pocas notas como lo hacían todos los grandes maestros de jazz que había escuchado toda su vida. Y así lo hace todas la semanas, destina unas horas de su vida a su sueño y es feliz como un niño cuando logra tocar una de esas piezas. No busca ser Charlie Parker solo realiza su sueño y anima con su acción a todas las personas que vienen nuevas a la escuela de música a realizar los suyos.
La moraleja de esta historia es que él tuvo un sueño toda su vida y no lo olvidó. Fue paciente y esperó el momento y sobre todo no perdió la ilusión. Tampoco le importó lo que los demás le dijeran ni su pasado. Solo vivió el presente y el ahora pasó del pensamiento al hecho.
Como decia Machado: "Hoy es siempre todavía. Toda la vida es ahora".
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